jueves, 30 de abril de 2015

El Romanticismo alemán: Denken, Schreiben, Malen

¿Sabes en qué consiste el Romanticismo? ¿Crees que lo podrías definir? ¿Serías capaz de relatar de forma fidedigna algún cuento de los hermanos Grimm?

Si has contestado afirmativamente a estas preguntas, lo más probable es que estés equivocado. Si quieres conocer sus respuestas, ven a nuestra exposición «El Romanticismo alemán: Denken, Schreiben, Malen» el viernes 8 de mayo a las 16:00 horas en el aula 18. De la mano de viajeros románticos, pensadores, pintores y escritores nos adentraremos en una época en la que el arte y la Historia se conjugan para tratar de construir la identidad alemana. Descubriremos de esta manera si lo que asegura Neil MacGregor, director del Museo Británico y experto en Historia y cultura alemanas, es cierto: «You could almost say that if Americans are one nation under God, Germans are one nation under Goethe».

¿Te lo vas a perder? Te esperamos.

Celia Barnés Castaño, Elisa de Pradas Cuevas y María Heredia Torres, cultura alemana [exposición del 08/05/2015]

 Nachtrag: La savia del Romanticismo
¿Qué es Romanticismo?

—¿Qué es Romanticismo? —dices, Naturaleza,
mientras me envuelves en tu luz.
—¿Qué es Romanticismo? ¿Y tú me lo preguntas?
Romanticismo... eres tú.
Durante los siglos XVII y XVIII el adjetivo «romántico» se empleaba para describir paisajes agrestes, en los que no había intervenido la mano del hombre. Más tarde, esta acepción será reemplazada por las que conocemos actualmente. Pese a ello, la naturaleza ocupará un lugar privilegiado en el imaginario del Romanticismo. Su omnipresencia se puede apreciar tanto en la pintura como en la literatura. No obstante, ¿qué relación existe entre la naturaleza, el ideal romántico y algunos de sus máximos exponentes en Alemania?

Para los románticos la naturaleza era algo místico y espiritual, puesto que conectaba a Dios y al hombre. Veían en ella lo inmortal, la eterna lucha entre lo natural y lo artificial. Los románticos se oponían a la ciudad industrializada, a la que consideraban una ofensa y una encarnación de la pérdida de los valores primordiales del ser humano. En la naturaleza podían ser libres y reencontrarse consigo mismos. Además, las ruinas simbolizaban el paso del tiempo, la muerte y el triunfo de lo único eterno, lo único que sobrevivirá cuando nosotros ya no estemos: la naturaleza.

Uno de los ejemplos más claros de la puesta en práctica de este ideal en la literatura es Goethe, el autor más representativo de las letras alemanas, cuya obra romántica por excelencia es Die Leiden des jungen Werthers (Los padecimientos del joven Werther). En esta novela el paisaje juega un papel muy relevante, dado que el protagonista (tras el que se esconde el propio Goethe) se evade a «mundos místicos» con el fin de paliar su dolor. Por añadidura, su estado de ánimo, el paisaje y el clima están íntimamente relacionados, lo que se refleja en este fragmento:

Por lo demás, aquí me encuentro muy a gusto. La soledad que se respira en esta paradisíaca comarca es bálsamo delicioso para mi corazón y esta juvenil época del año inflama de lleno este tan a menudo zozobrante corazón. Cada árbol, cada seto es un ramillete de flores y uno quisiera volverse mariposa para revolotear en este mar de perfumes y poder encontrar en él todo su alimento.

En los cuentos de los hermanos Grimm, la naturaleza también cobra una gran importancia. En el bosque, vasto y misterioso, la princesa le promete al sapo una vida juntos, Rapunzel es encerrada en una torre, Hänsel y Gretel (Hansel y Gretel) son abandonados y Schneewittchen (Blancanieves) encuentra su refugio, muerde la manzana y tras resucitar se casa con el príncipe. Éstos son sólo algunos ejemplos en los que el bosque es el lugar en el que transcurre toda o parte de la acción. Según Jack Zipes, experto en folklore y profesor emérito de alemán, este elemento es «the seat of tradition and justice, and the heroes of the Grimms' tales customarily drift into the forest, and are rarely the same people when they leave it». De esta forma, Gretel, que al principio de la historia adopta un papel pasivo en contraposición a la actitud valiente de su hermano Hansel, será quien mate a la bruja, con lo que ambos podrán retornar a casa, donde esta vez si serán bien recibidos.

En el ámbito de la pintura, una de las principales características de los paisajes de Caspar David Friedrich es la representación de la naturaleza como manifestación de Dios, de lo Absoluto. Especialmente significativa es la presencia del roble en numerosos de sus cuadros, árbol ligado a la identidad alemana cuyas hojas figuran en la actualidad en las monedas de uno, dos y cinco céntimos. Su lienzo Eiche im Schnee (Roble en la nieve) (1827) ha sido interpretado de varias formas: por un lado, se relaciona con el misticismo religioso simbólico propio del pintor, ya que a juzgar por las pinceladas escarlatas, el roble podría ser una alegoría de la crucifixión de Jesucristo (teoría que se sostiene en la creencia de que la cruz estaba hecha de la madera de un árbol procedente del Árbol de la Vida del Edén); por otro lado, la manera en la que están dibujadas las ramas se asemeja a la forma en la que se distribuyen las venas y arterias en el cuerpo humano (Amstutz 2014). Ambas interpretaciones son compatibles y nos remiten tanto al misticismo como al deseo romántico de desdibujar la línea divisoria entre el mundo interior y el mundo exterior.

La naturaleza como medio de expresión de la subjetividad y símbolo de la identidad alemana es un elemento primordial en las obras y en el pensamiento de los románticos, quienes fueron testigos de cómo el paisaje se transformaba a causa de la revolución industrial. De hecho, en Alemania se registró una de las tasas más altas de deforestación de toda Europa. Por fortuna, en la actualidad los bosques que antaño recreasen en sus cuentos los hermanos Grimm cubren la tercera parte del territorio alemán (una cifra comparable a la del siglo XIII) gracias al proceso de repoblación forestal que comenzará precisamente en el siglo XIX.

Celia Barnés Castaño, Elisa de Pradas Cuevas y María Heredia Torres

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