miércoles, 22 de abril de 2015

Recorrido por el Deutsches Bildungssystem: del Kindergarten a la Universidad

¿Es realmente tan selectivo el sistema educativo alemán? ¿Se trata de un sistema mejor que el español? ¿Qué opinan los propios alemanes?

Conocer la educación de un país es esencial para comprender mejor a sus habitantes y, por lo tanto, sumergirse en su cultura. Malcolm X, activista estadounidense, dijo una vez: «La educación es el pasaporte hacia el futuro, el mañana pertenece a aquellos que se preparan para él en el día de hoy».

En nuestra exposición, tendrás la oportunidad de descubrir todo lo que no sabías sobre la educación en Alemania. Haremos un recorrido por todas las etapas del Deutsches Bildungssystem, desde el Kindergarten hasta la Universidad (y más allá), y lo compararemos con el vigente en España. Además de aclararte todas tus dudas sobre este tema, nuestro objetivo también será plantear un debate en torno a la comparación entre ambos sistemas, contando con la participación en clase de un nativo alemán y las opiniones de personas que han conocido las dos formas de enseñanza.

Si todavía crees que el sistema educativo alemán es un tema enrevesado y difícil de entender, acompáñanos el miércoles 29 de abril a las 16:00 horas en el aula 18 de la Facultad de Traducción e Interpretación. Du darfst es nicht verpassen!

Pablo Alonso Vaquero, Beatriz Bacarizo Herrer y Agata Olszak, cultura alemana [exposición del 29/04/2015]

 Nachtrag
En Alemania, al igual que en el resto de países desarrollados, la educación es uno de los factores más influyentes en la sociedad, puesto que el futuro del país depende de la formación de los ciudadanos. Desde el primer informe PISA realizado en el año 2000, Alemania persigue el objetivo de ascender en el ranking y alcanzar a los países que lideran la tabla. En el último estudio de 2012 ya había conseguido, por ejemplo, el puesto número 8 en matemáticas a nivel europeo.

Su sistema educativo siempre ha sido objeto de debate por la controvertida separación de los niños en diferentes escuelas de secundaria a partir de los once años. Teniendo la posibilidad de mandar a sus hijos a una de las cuatro clases de escuelas que hay (Gesamtschule, Hauptschule, Realschule o Gymnasium), los padres siempre sienten preferencia por la última, el Gymnasium, porque es la que permite el posterior acceso directo a la universidad.

Ciertamente, la separación de los niños según sus resultados académicos conlleva un aumento de productividad en el sistema y favorece a los alumnos más avanzados; sin embargo, ¿hasta qué punto es esto positivo en la autoestima de los estudiantes y en la visión colectiva del sistema? En nuestra opinión, esta clasificación crea un abismo difícilmente salvable para los inmigrantes o los alumnos más desfavorecidos en cuanto al nivel adquisitivo de sus familias, puesto que siguen siendo los hijos de las familias más humildes y los extranjeros los que estudian en las escuelas con menor reputación. Por eso, creemos que la creación de la Gesamtschule, que abarca las otras tres escuelas de secundaria, ha sido un acierto para solventar estas divergencias entre alumnos. Ahora bien, en la teoría se proponía como una alternativa con unos resultados excelentes, y, sin embargo, en la práctica se ha comprobado que, generalmente, no es un sistema eficiente: los alumnos con mejores notas se ven influenciados a menudo por los demás y se produce el efecto contrario en su rendimiento académico.

Cuando terminan sus estudios de secundaria en una Gesamtschule o un Gymnasium, los alumnos deben superar el Abitur, examen que les proporcionará el acceso a cualquier universidad pública de Alemania sin necesidad de hacer pruebas complementarias. No obstante, no todos acceden inmediatamente después a los estudios de grado. Hay un amplio abanico de posibilidades, entre ellas la de realizar un Sozialjahr, actividad muy extendida entre los jóvenes alemanes que consideramos una iniciativa muy enriquecedora personalmente y útil de cara al futuro (una iniciativa de la que, por desgracia, prácticamente carece España).

Otro tema al que también debe hacerse referencia y que concierne sobre todo a los universitarios es la forma de impartir clase en las universidades alemanas. Se trata de un planteamiento completamente distinto al existente en España, tanto en lo relativo a la manera de evaluar a los alumnos como a la organización de las clases. Si en España todas las carreras tienen una estructura fija y clara de la que el alumno no puede desviarse, en Alemania es todo lo contrario: no existe una estructura general claramente reconocible para ningún grado y el estudiante tiene que escoger sus propias asignaturas y construirse su propio horario según sus prioridades.

Además, en las universidades alemanas hay diferentes modalidades de clases: Vorlesungen, clases magistrales teóricas donde un catedrático explica los contenidos sin intervención del alumnado; Seminare, en los que los alumnos participan activamente; y Übungen, clases de actividades prácticas. En general son más participativas, a excepción de las Vorlesungen, ya que los alumnos no se dedican sólo a copiar lo que el profesor dicta o explica en una presentación, sino que debaten y desarrollan su propio espíritu crítico, particularidad que no caracteriza a la universidad española en general.

En conclusión, consideramos que el sistema educativo alemán es un sistema que funciona y que pretende beneficiar a los alumnos, especialmente en la universidad, donde se centra en desarrollar su independencia y responsabilidad y en ayudarles a mejorar personal y profesionalmente. No obstante, la clasificación a la que se ven sometidos los niños a tan corta edad puede ser perjudicial porque es un momento demasiado temprano para decidir su futuro: no es de extrañar que sea objeto de tantas críticas.

Pablo Alonso Vaquero, Beatriz Bacarizo Herrer y Agata Olszak

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