miércoles, 20 de mayo de 2015

¡Música, maestro! Wo Licht ist, ist auch Schatten

¿Estás cansado de la Flamenkito Playlist de Spotify? ¿Todo lo que sabes de Mozart es que llevaba una peluca blanca? ¿Tokio Hotel es el único grupo de música actual alemana que eres capaz de nombrar?

Es hora de cambiar todo esto. Alemania ha sido desde siempre un país clave en el campo de la música, así como el hogar de muchos de los compositores más famosos, influyentes y polémicos del mundo. Bach y Beethoven marcaron la transición entre las épocas clásica y romántica en la música clásica occidental, mientras que Mozart es considerado por muchos el compositor más brillante de todos los tiempos.

Pero detrás del lado que iluminan los focos del escenario está la oscuridad del backstage. La estancia en prisión de Bach, las múltiples enfermedades de Mozart, la crueldad del padre de Beethoven y la devoción de Hitler por las obras de Wagner son algunos de los lados oscuros de la historia universal de la música que vamos a tratar en nuestra exposición.

Y para ir abriendo el apetito os dejamos nuestra lista de Spotify, 59 minutos de música que te llevarán desde el órgano de iglesia barroco hasta la batería ligera de los grupos alternativos de la escena alemana.

Hay sonidos más allá de Rammstein y Tokio Hotel. Si quieres descubrirlos, te esperamos el 29 de mayo a las 16:00 horas en la última clase magistral del curso junto a nuestros instrumentos. Möge die Musik mit Euch sein!

Laura Astasio García y Mar Brescia Zapata, cultura alemana [exposición del 29/05/2015]

 Nachtrag: «Sin música la vida sería un error». – Friedrich Nietzsche
Ah, la música… ¿quién puede vivir sin ella? Escucharla es fácil, entenderla es otro cantar. Pero ¿y componerla o vivir de ella? Ya lo dijo Stravinski: «No basta con oír la música; además, hay que verla».

Todos hemos estudiado música en el colegio dos, tres o, con suerte, cuatro años. A todos nos han dicho alguna vez que Bach componía obras para órgano de iglesia, que Mozart fue un niño prodigio que murió con apenas 35 años y que Beethoven compuso totalmente sordo la última parte de su vida. Bien instruidos y capaces de tararear y tocar con la flauta dulce el Himno de la alegría, los conocimientos de música clásica en la sociedad general no van mucho más allá de esto en la mayoría de los casos.

La grandiosidad de estos compositores alemanes es reconocida en el mundo entero y la devoción por ellos está fuertemente arraigada en los corazones de todos los estudiantes de Conservatorio. Pero la historia va más allá. Detrás de la luminosa apariencia de los grandes genios se extiende también una densa sombra que no tarda en aparecer si escarbas un poco la superficie. Es indudable que la figura del músico ha ido cambiando y oscureciéndose a lo largo de los años, que se ha ido transformando a los ojos de la masa y maquillándose en los libros de Historia. De esta forma, el papel narra la grandiosidad de los grandes compositores del Barroco o del Clasicismo y la televisión presenta a estrellas de rock consumidas por la droga o rezando por su vida en centros de desintoxicación.

Bach murió en el anonimato y totalmente ciego, cortesía de un entendido médico inglés y su bálsamo del Perú. Mozart, genio, gran amante y mejor deudor padeció el Síndrome de Tourette y acabó enterrado en vaya usted a saber qué fosa común de Viena. Eso sí, dejó para la posteridad inmensas obras que engrandecerían la ópera alemana como la oscura Die Zauberflöte, reflejo de sus ideales masónicos. Beethoven, excéntrico e irascible, sufrió una infancia amarga por culpa de su padre, obsesionado con que llegase a ser el «nuevo Mozart». «Lástima, lástima», pero fueron doce botellas de vino las que condenaron al genio, ya sin amigos y sordo, a la muerte.

Por otro lado, bien sabemos que la música clásica es un placer reservado a unos pocos, a aquellos con un grado cultural superior. No pasa lo mismo con la música actual en cualquiera de sus vertientes: cualquiera puede escucharla y disfrutarla. Sin embargo esta visión está muy alejada de la verdadera naturaleza de la música clásica. La finalidad última de los compositores era vender, agradar al público y tener cada noche algo caliente para el estómago y algo frío para la garganta. Y aunque grupos como Tokio Hotel o Rammstein no se alejan tampoco de este ideal comercial, hay que recordar la otra cara de la moneda. La Hamburger Schule sin ir más lejos y grupos como Tomte o Bosse son en Alemania ejemplos de la manifestación anticomercial de la música independiente.

Pero la música, más allá de conmover corazones, es también capaz de promover ideales políticos. Que le pregunten si no a Hitler, enamorado de la obra de Wagner, banda sonora del camino hacia la cámara de gas durante el Holocausto. Entonces… ¿es la luz que emite la música clásica una sombra en sí misma?

Laura Astasio García y Mar Brescia Zapata

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