miércoles, 19 de febrero de 2014

El conceto es el conceto [también en traducción multimedia]

Se celebró, pues, la primera clase de multimedia, que fue una sesión de trabajo en toda regla —a pesar de que era la primera del cuatrimestre—; hubo pleno, o casi —una circunstancia también notable—; y conseguimos comenzar y acabar casi puntualmente, pese al cambio de aula —ahora es la 18—. Apenas llevaremos dentro de un rato una semana completa de curso y éste es el tercer post de la asignatura: el tiempo debe de estar acelerándose sin remedio en esta región del Universo que habitamos.

Las sesiones inaugurales están para presentarse (cosa que esta vez apenas hicimos) y para intentar conceptualizar y contextualizar la materia. Y cuando se deja el guión en manos de los asistentes, siempre se da alguna sorpresilla: los tres primeros conceptos que aparecieron en clase fueron la responsabilidad, la —pretendida— ignorancia («no sabemos nada del tema») y el caos (y aunque el caos se referiera, en principio, a otra materia, alguna de las circunstancias que ocasionaron la confusión allá bien podrían provocar cierto desorden aquí). En cualquier caso, desmentida la ignorancia (porque no es posible no saber «nada» de multimedia en los tiempos que corren), la responsabilidad y el caos no son malos impulsos para poner en marcha la asignatura y mantenerla en movimiento: la responsabilidad tiene buena fama, pero es mejor cuando se asume y se comparte; y el caos tiene que ser creativo, claro está. Visto el desarrollo de la primera clase, creo que la asamblea sabrá y querrá responsabilizarse y que lograremos mantener el nivel de caos necesario para que no deje de haber sorpresas, que son lo que ayuda a sobrellevar algo mejor la cotidianeidad académica.

Abierta la discusión, una compañera (Jara, si no recuerdo mal) preguntó «qué vamos a traducir» y, para responder a su pregunta, hicieron acto de aparición en el aula media docena larga de cosas indudablemente multimedia pero también bastante heterogéneas (videojuegos, series, películas, programas, aplicaciones...) y, además, el omnipresente soporte electrónico (o, si queréis informático). A partir de estos elementos, a los que luego se unieron ejemplos ya apenas ligados al ordenador o al software (como los libros ilustrados o los cómics), logramos definir con la precisión necesaria, por lo pronto, qué es multimedia: la utilización simultánea de diversos medios (para almacenar, transmitir, mostrar o percibir la información, podríamos añadir). Y es que, en ocasiones, las palabras quieren decir exactamente aquello que parece que dicen. Más precisamente, se llama «multimedia» a cualquier combinación de texto, sonidos, imágenes o gráficos estáticos o en movimiento. No obstante, incidimos en que esta definición generalísima (que permitiría considerar multimedia un periódico impreso, por ejemplo) suele quedar bastante más restringida en el ámbito de la traducción, de manera que cuando se habla de multimedia, casi todo el mundo entiendo que nos estamos refiriendo al concepto de multimedia digital, esto es, texto, gráficos, imágenes, vídeo, animaciones, sonido (o cualquier otro medio susceptible de ser tratado digitalmente) integrados en un sistema informático. De entre todos estos medios, el fundamental para los traductores se sobreentiende que es el texto (o, si lo preferís, la lengua). No hicieron acto de presencia explícito los conceptos de multimedia interactiva, hipertexto ni hipermedia, pero todo se andará.

Debidamente consideradas las características más conspicuas de lo que vamos a traducir, la asamblea no tuvo dificultades para imaginarse en qué reside la mayor dificultad de la traducción multimedia, que no está, contrariamente a lo que suele pensarse, en el manejo de las herramientas técnicas de las que nos tendremos que valer para acceder al texto, sino en las restricciones al traducir que nos impone lo multimedia precisamente por su naturaleza multimedia, la coincidencia de más de un medio: restricciones de espacio (en la traducción de cómics o la localización de software, por ejemplo), de tiempo (en la traducción musical o el doblaje) o de ambas cosas a la vez (en el subtitulado), restricciones a las que hay que sumar los condicionantes para la traducción dados por la prelación del medio que sea sobre la lengua (típicamente, en productos audiovisuales, es la imagen la que prevalece y determina). Estas restricciones nos afectan más, evidentemente, cuando traducimos del inglés al castellano, dado que, como alguien formuló muy acertadamente, «el español es una lengua larga». Tampoco se llegó a nombrar el concepto, pero estábamos hablando de traducción subordinada, algo de lo que el Prof. Roberto Mayoral, a quien ya hemos nombrado aquí, sabe un rato largo: http://www.ugr.es/~rasensio/.

Hablamos, además, de los nombres de la disciplina, de cómo la traducción audiovisual, que antes fue cinematográfica, se transmuta en multimedia al tiempo que los productos informáticos se van llenando de animaciones y vídeos y comienza a resultar difícil determinar dónde se encuentra la frontera, si es que la hay, con la localización: en la práctica profesional, su existencia es dudosa, pero hay quien opina que en traducción multimedia sólo se localizan los elementos audiovisuales que puede contener un programa o una aplicación informática (o bien, que sólo son objeto de la traducción multimedia los programas o aplicaciones informáticas de carácter fuerte y esencialmente audiovisual: multimedia interactiva como, por nombrar, una vez más, el ejemplo más prototípico, los videojuegos). De un modo un otro, desde un punto de vista que podríamos llamar, algo pomposamente, histórico, lo audiovisual deviene en lo multimedia, y la presencia de la localización en la asignatura es la consecuencia lógica de la aparición de vídeos o animaciones en los productos informáticos: con esto queda justificado el scope de la asignatura tal y como está diseñada en nuestros estudios.

Para ir terminando, durante toda la discusión se habló antes de cosas o de objetos multimedia que de textos o de productos (para dejar en suspenso cuál es el término más apropiado y avivar el debate); se comparó la traducción con la localización desde el punto de vista de qué es menos y qué es más, que ya se toca en Estreno multimedia, y, por último, como la localización está aquí para quedarse, os pedí que buscarais las diferencias entre localización, internacionalización, globalización y traducción. Se nos podrá acusar de caóticos, pero nadie podrá decir que la primera sesión no tuvo densidad temática.

Las sesiones inaugurales también están para explicar el programa —y eso no se hizo—; pero es que lo que yo os pido es que lo diseñéis vosotros (o, si lo preferís, que lo codiseñéis conmigo).

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