jueves, 28 de noviembre de 2013

Rubalcaba en Ciencias: química, política y una reacción inesperada

Resulta que hoy venía Pérez Rubalcaba, Don Alfredo, a dar una conferencia sobre química y política a la Universidad de Granada. La química y la política se vienen llevando magníficamente bien desde hace mucho tiempo, como todos —y particularmente Don Alfredo, como ex ministro del Interior— sabemos: ahí están el gas sarín, el Zyklon B o, sin ir más lejos, los modestos gases lacrimógenos con que las fuerzas del orden defienden a la democracia de las agresiones de los ciudadanos. Resulta, además, que yo doy clases de traducción científico-técnica, en las que algo se habla de química y mucho de medicina forense, y que Don Alfredo... En fin, en rigor, el hombre está más muerto que vivo —en lo tocante a la política, se entiende—. Así que este mediodía me he encaminado hacia la Facultad de Ciencias a escuchar al prócer ex profe de Química orgánica.

¿Por qué cambiaría este hombre la cátedra por el escaño? A los profesores nos abuchean algo menos, aunque algunos lo merezcamos aún más.

Toda España sabe, entretanto, que el «acto» no ha podido celebrarse porque lo han reventado estudiantes de la Universidad y STOP Desahucios, y, bueno, a mí me ha tocado un asiento debajo de la pancarta que no sabía que se se iba a desplegar y he salido, bien retratado, en todos los informativos. Aunque no me hubiera disgustado estar detrás de la pancarta, debo puntualizar, por modestia, que yo acudí este mediodía al Aula Magna de Ciencias a escuchar la conferencia y que no sabía que ésta fuera a ser boicoteada; ahora bien, no me ha desagradado lo más mínimo que se haya boicoteado, porque la gente no ha visto en Pérez Rubalcaba al ex profesor de Química orgánica, sino a uno de los prebostes del bipartido único que nos trae a los españoles por el camino de la amargura; y me alegra que la gente se dé cuenta de que no sólo el PP es responsable de lo que está pasando en Este País.

A los manifestantes se les ha echado en cara que el acto era puramente académico y que Don Alfredo sólo iba a hablar de química (curioso, en una conferencia con el título «Contribución de la química a la política»): puede ser. También se anda diciendo por las tertulias que nada de lo que se reivindicaba tenía relación con Rubalcaba, y ahí se equivocan los hacedores de opinión: el actual número uno del PSOE fue Ministro de Educación y Ciencia, Ministro del Interior y era Vicepresidente primero del Gobierno de España cuando PSOE y PP, la mirada clara y lejos y la frente levantada, dieron el golpe de Estado neoliberal que se cargó la Constitución del 78 con la reforma del artículo 135 que introduce la prioridad absoluta del pago de la deuda y sus intereses. Los lemas que se han coreado estaban muy bien traídos y nadie puede dudar de la pertinencia de gritos como «Rubalcaba también privatizaba» o «También con Rubalcaba la poli te pegaba». Tener un apellido acabado en -aba es lo que tiene, que todo rima. Si los manifestantes hubieran coreado algo así como «También a Rubalcaba la polla le sudaba» (un pareado en heptasílabos de impecable factura), se hubiera podido cuestionar la pertinencia de los versos, pese a que en Granada la polla es la polla; pero no he escuchado proferir tales atrocidades a nadie. De entre las frases que se han coreado, me ha gustado mucho, por cierto, «Rubalcaba, Rajoy, la misma mierda sois», algo procaz pero fantástica por lo atrevido de la rima asonante.

Lo que no me ha gustado es que Rubalcaba haya tildado de «violenta» la actitud de quienes le han reventado la conferencia: ¿desde cuándo es «violento» dar cuatro gritos en un país en el que sí mata, a diario, la banca y apalean a diario, cuando no matan, sus sicarios de azul? ¿Cómo van a expresarse, si no a gritos, los estudiantes a quienes echan de las clases y los pobres a quienes echan de sus casas? El Señor Rubalcaba, como ex Ministro del Interior, a buen seguro sabrá bien lo que es la violencia de verdad. De todos modos, algo de pena sí que daba Don Alfredo, tan lejos del titán socialdemócrata que nunca ha sido, tan endeble y tan desvaído —más junto a ese portento de energía que es el Rector Lodeiro—, tan verde... Me recordaba un poco a mi verderón, Pimpollo, que también anda algo delicado últimamente.

Mientras los manifestantes se manifestaban y los de la tele hacían su trabajo y enfocaban la pancarta y a mí, callado, en el medio, me preguntaba si quienes verían luego estos planos por la tele pensarían que yo estaba allí como asistente a la conferencia o como boicoteador de la misma: en realidad, era lo primero pero simpatizaba con lo segundo. La respuesta la obtuve en la misma Aula Magna, cuando una señora me increpó con malos modos por haber reventado «una conferencia que la mayoría quería escuchar» y que, además, iba a impartir alguien que «ha hecho tanto contra el terrorismo». Sería por mi jersey rojinegro.

Eso sí, la próxima vez que vaya a una conferencia de Rubalcaba, voy peinado.