lunes, 14 de octubre de 2013

Asignaturas sin docencia

A la hora de interpretar la cocina boloñesa, era de temer que la legendaria impericia española podía adulterarnos la Universidad para una buena temporada: esto se hubiera podido suponer y, bueno, lo llevamos sufriendo desde hace ya un par de años. A la vista del resultado, todo indica que entre los fogones y las cazuelas debieron de andar muchos desentendidos y no pocos interesados, la mayoría, a lo que parece, gente algo escasa de razón práctica y con poco apego por la ciencia. El resultado es el que es, y ya veremos si se puede enmendar la cosa a medio plazo. En este momento y esta entrada concreta, nos interesa una de las consecuencias inmediatas del cambio de las licenciaturas que pudimos cursar hasta ayer mismo por los grados Bologna-style actuales, una consecuencia algo menos grave que otras que, no obstante, puede poner a muchos estudiantes en una coyuntura engorrosa: las asignaturas sin docencia.

Siempre que hay cambios de planes de estudios quedan por ahí materias sueltas que no se imparten. Al margen de si los cambios son necesarios o convenientes, esto es natural, porque las capacidades logística y docente de nuestras facultades son las que hay y no pueden impartirse de manera paralela hasta el fin de los tiempos dos carreras diferentes. A mí me toca ocuparme de tres asignaturas sin docencia: la ex troncal Traducción 4 B-A científico-técnica alemán-español y las optativas Traducción 12 B-A literatura y divulgación alemán-español y Traducción 12 B-A literatura y divulgación inglés-español, en lo sucesivo, científico-técnica y literarias.

Sin detenernos en las muy pertinentes cuestiones de si son razonables —o no— las tasas que los estudiantes deben pagar por materias en las que sólo tienen derecho a examinarse o que los profesores tengamos que ocuparnos de las asignaturas sin docencia aunque este esfuerzo supletorio no nos compute como carga docente, el embrollo puede quedar mejor o peor resuelto.

En el caso de la científico-técnica, el problema es menor, dado que la materia correspondiente de la licenciatura ha conseguido superar el corte e infiltrarse en el grado, siquiera como optativa y con un nivel de exigencia tendencialmente más moderado: la Traducción en Ciencia y Tecnología B/C-A alemán-español. Ambas científico-técnicas, la de licenciatura y la de grado, tienen metodología, contenidos, objetivos y modalidad de evaluación similares (en linguistics for fun, todos los contenidos de científico-técnica están agrupados bajo la misma etiqueta, sean de antes o de después de Bolonia). Es relevante —y ventajoso— para los estudiantes matriculados en la científico-técnica sin docencia, pues:

  • En primer lugar, que pueden encontrar en este blog gran parte de lo que se hizo y se sigue haciendo en la materia (para ello sólo tenéis que pinchar en las etiquetas traducción científico-técnica alemán-español 2013/2014 y traducción científico-técnica alemán-español cursos anteriores);
  • en segundo lugar, la circunstancia, decisiva para el delicado asunto que nos atañe, de que el examen siempre tuvo una importancia destacada en la evaluación de la científico-técnica, de modo que los materiales que hallaréis aquí os servirán para prepararos los exámenes de la asignatura sin docencia en que os habéis matriculado (además, hay una buena cantidad de ejemplos de exámenes en el blog).

Aquí aún cabría añadir que el hecho de que la materia se siga impartiendo podría llegar a suponer que el estudiante matriculado sin derecho a docencia pudiera asistir a las clases ordinarias de manera oficiosa en alguna circunstancia dichosa (por ejemplo, un número pequeño de alumnos de grado sumado a la buena disposición del profesor).

Todo se enmaraña endiabladamente en el caso de las literarias, desaparecidas por completo del actual grado. En las traducciones literarias nunca se contempló el examen como modalidad de evaluación, por razones metodológicas e ideológicas: porque la sola idea de traducir en condiciones de examen un texto literario difícil es poco menos que insensata (esto es, si el objetivo es traducir dicho texto bien). En las asignaturas de literaria, la asistencia era obligatoria y la evaluación estaba basada fundamentalmente en el trabajo cotidiano en el aula y las exposiciones ante la asamblea, algo a todas luces imposible si no hay docencia. No obstante, durante los últimos cinco años, por cortesía y por no perjudicar a los interesados, se hizo un puñado de exámenes finales para evaluar a los poquísimos estudiantes que no podían asistir a clase e insistieron en permanecer matriculados en la asignatura pese a ello.

Los exámenes intentaban ser un reflejo de la asignatura, en tanto que ésta era, a la vez, teórica y práctica (2 y 4 créditos respectivamente); así que constaban de una traducción de un texto literario o divulgativo de unas 750 palabras, con su correspondiente comentario, y alguna o algunas preguntas teóricas (teoría general de la traducción literaria, descripción y tratamiento de los fenómenos más comunes, etc., etc.). Durante la prueba, de cuatro horas de duración, los examinandos podían ayudarse de los diccionarios en papel que quisieran, pero no estaba permitido el uso de herramientas de elaboración personal ni el de ordenadores u otros dispositivos que permitieran conectarse a la Red. Éste será el tipo de examen al que tendrán que someterse quienes se matriculen en mis asignaturas de literaria sin docencia a partir de este curso. Soy, en general, muy poco partidario de los exámenes y sé que son un método particularmente poco adecuado para evaluar la traducción literaria, pero es el único factible para las asignaturas de la antigua licenciatura dadas las circunstancias.

A partir de aquí, la cosa, que aún pudiera parecer asequible, se complica un poco más: para darles mayor libertad y autonomía a los participantes, intentar facilitar eso que se ha dado en llamar «transmisión horizontal del conocimiento» y tratar de evitar la esclerosis que conlleva el operar con un repertorio limitado, mis asignaturas de literaria nunca se dotaron de un canon de textos o autores; y tampoco pienso hacerlo ahora que ya no se imparten, de modo que no puedo deciros qué o quién puede entrar en el examen. Lo único que os puedo adelantar es que se tratará de un texto literario o con un nivel razonable de elaboración literaria, de dificultad alta, que pueda comprenderse y traducirse sin tener que recurrir a diccionarios especializados. Los últimos autores y textos que aparecieron en los exámenes de literaria fueron los muy canónicos —y no menos difíciles— Thomas Mann y La Montaña Mágica y Lewis Carroll y Alicia en el País de las Maravillas. No creo que la elección de uno y otro como materia de examen sorprendiera a los examinandos (los dos autores solían hacer acto de presencia en mis clases regularmente) pero eso no les resta dificultad. Como dice el refrán, el que avisa no es traidor.

Una de las preguntas más recurrentes que se me han hecho durante las últimas dos o tres semanas es cómo o dónde se pueden conseguir los materiales para preparar la asignatura. En el caso de las lecturas teóricas recomendadas en la sección de referencias del programa, la respuesta es simple, incluso un poco obvia: en bibliotecas y librerías. En el caso de los textos con los que ensayar, habida cuenta de que no hay canon, en rigor, también: cualquier texto literario o elaborado literariamente escrito originariamente en inglés o alemán vale. Nunca hubo esos «apuntes» por los que me habéis preguntado algunos: los materiales con que se trabajaba en el aula eran distribuidos entre los alumnos de manera autogestionada por los propios participantes en la asignatura que asistían regularmente a clase; y los tendrán, si los han conservado, quienes asistieron a clase. De todos modos, me temo que su utilidad sería muy escasa para quienes no han trabajado con los textos que usamos ni han participado en las sesiones presenciales de exposición, defensa y crítica de traducciones. Las traducciones literarias nunca estuvieron diseñadas como asignaturas susceptibles de ser cursadas a distancia o asignaturas virtualizadas: el aprendizaje sucedía en las aulas. En linguistics for fun, que se fue convirtiendo, poco a poco, en una especie de órgano (y también en los dos blogs, translating for fun y translated for fun, aún en estado casi embrionario, que se crearon para albergar los trabajos de los participantes en las traducciones literarias del 2012/2013), podéis ver qué se hizo durante los últimos cuatro años; pero esto tampoco aporta más claves para el examen que las que apunto más arriba.

Otra pregunta frecuente es cómo preparar la asignatura de traducción literaria sin docencia. La respuesta también es sencilla: traducir al castellano textos adecuados y encontrar a alguien que revise y comente las traducciones, a ser posible, un traductor o traductora competente dotado o dotada de alguna aptitud pedagógica. Para ello, como yo ya no puedo daros clases, muchos tendréis que recurrir a la ayuda mutua. Ahora bien, si me hubierais preguntado qué hacer antes de matricularos, yo os hubiera recomendado que optarais por cualquier otra optativa de traducción: si os habéis matriculado por los créditos, éstos serán más fáciles de conseguir en cualquier otra asignatura con textos más sencillos para los que resulte más fácil prepararse; si lo habéis hecho por interés genuino por la traducción literaria, bien, en ese caso, la experiencia de prepararos por vuestra cuenta, probablemente sin intercambio con otros interesados, a duras penas resultará gratificante (y puede convertirse en algo bastante frustrante). Otra cosa son los proyectos de traducción —literaria o editorial— que podáis tener, con los que tal vez pueda echaros una mano dentro de mis limitaciones (pero estos proyectos, que constituirían el núcleo de una asignatura con docencia no tienen cabida dentro de una asignatura sin ella).

Gran parte de lo escrito hasta aquí podría parecer disuasorio (y, quién sabe, tal vez acabe teniendo ese efecto); no obstante, no es ésa la intención principal de quien suscribe. Las traducciones literarias han sido las niñas de mis miopes ojitos de enseñante durante los últimos cinco años y ahora son la materia peor tratada por el grado (véase, en este blog, Martes y 2013). El hecho de que nuestro grado renuncie a la enseñanza práctica de la traducción literaria no sólo empuja a la materia a la marginalidad dentro de nuestros estudios: también os pone las cosas mucho más difíciles a los matriculados en una asignatura sin docencia que apenas puede cursarse de manera razonable sin clases.

Para consultas más personales o más concretas, podéis escribirme a linguisticsforfun[arroba]gmail[punto]com (no me escribáis a mi cuenta institucional, por favor: si alguien lo ha hecho, ruego reenvío). Durante el primer cuatrimestre, también podéis venir a verme, previa cita, en mi horario regular de tutorías, los lunes, de 15:00 a 21:00 horas, a mi despacho del Edificio Casona de BuenSuceso Once (es el 4C, si no lo encontráis, preguntad en conserjería, por favor).

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