Si no le ponemos un remedio que parece más que improbable, dada la estrechez de miras de quienes toman las decisiones, el 2013 será un mal año para la traducción literaria en nuestra Facultad, porque la asignatura de traducción literaria desaparece del plan de estudios a la boloñesa. Hay alguna asignatura por ahí, de cuya utilidad no dudo, que conserva Literatura y Traducción en su denominación pero no pretende ser un ejercicio práctico de la especialidad que nos interesa. Veremos si podemos conseguir que la traducción literaria de verdad vuelva, de algún modo, a la práctica docente de Granada. Hasta entonces, con las exposiciones de Isabel, Fran y Carlos, Mireya y Bianca y Kseniya, Anabel y Francisco, se acabó lo que se daba.
Lo curioso es que este último año se ha duplicado el número de estudiantes en las dos combinaciones lingüísticas que he tenido el gusto de impartir, inglés-español y alemán-español; y eso, a pesar de que esta última edición de T12 ha tenido, en parte, carácter experimental, con el desasosiego que suele provocar el alejarse de las sendas algo más trilladas.
El sesgo experimental que hemos querido imprimirle a la materia ha consistido en intentar acercarnos un poco más a la práctica profesional de la traducción editorial y hacerlo de manera más realista. Para ello, hemos trabajado exclusivamente con textos no publicados en español y susceptibles de convertirse en proyectos editoriales factibles. Los estudiantes han tenido, pues, que meterse en la piel de los traductores literarios profesionales, que suelen ser, a la vez, traductores y scouts: han tenido que localizar por sí mismos textos hábiles para sus proyectos y contactar luego con editoriales, autores y agentes hasta cerciorarse de que las obras escogidas servían, de que se trataba, en efecto, de obras cuyos derechos en español no habían sido vendidos aún a ninguna editorial española o hispanoamericana. Quien alguna vez ha tenido que hacer estas gestiones sabe que no siempre es fácil acceder a esta información, por muy sencilla que parezca la diligencia a priori. Unos pocos participantes han optado por obras de dominio público y se han ahorrado el trámite, pero han sido muy pocos, apenas tres grupos; y los textos por los que se han decantado son, a no dudarlo, interesantísimos y de superior dificultad (por ejemplo, Danger!, de Sir Arthur Conan Doyle, o A Handy Guide for Beggars, de Vachel Lindsay).
En cuanto al trabajo escrito con que solíamos culminar hasta este año la asignatura (en rigor, proyectos de iniciación a la investigación), ha sido sustituido por la redacción de reseñas de las obras traducidas cuyo objetivo último sería venderlas como proyectos de traducción editorial reales. Las reseñas contienen, sin excepción, muestras del género (esto es, extractos breves de los textos elegidos) y, en un ejercicio algo arriesgado de traducción vulnerable, links a las versiones de los participantes en el curso y a los textos origen en inglés o alemán; y aparecerán en un nuevo blog, translating for fun, en cuanto estén debidamente revisadas y editadas. Con las modificaciones necesarias y acompañadas de pruebas de traducción, las reseñas pueden servir como base para los informes que los interesados puedan remitir a las editoriales para proponerles la publicación en español de las obras elegidas. Pero esto ya lo hará quien quiera de manera autónoma y trasciende, en rigor, los objetivos académicos de la asignatura.
Por hacer un balance muy apresurado, en un cuatrimestre difícil, el curso ha transcurrido sin excesivos sobresaltos ni complicaciones logísticas, lo que no es poco (hemos podido compatibilizar las clases con las movilizaciones y los resfriados nos han respetado lo suficiente); y, bueno, creo que cabe estar razonablemente satisfechos: se han cumplido los plazos; la elección de los textos de trabajo ha sido, en prácticamente todos los casos, irreprochable; las traducciones y las exposiciones han sido, en general, buenas, algunas, excelentes (y, cuando no lo han sido, han servido para generar una discusión que habrá dado o dará sus frutos en la vertiente formativa); y, con las naturales diferencias entre los grupos, en todos ha habido una dinámica que casi siempre ha permitido que surjan debates fructíferos. En el debe, hay que notar que no todos los participantes han venido a todas las sesiones perfectamente preparados y que no todos los participantes han asistido a clase con la regularidad exigida: lo primero no es deseable pero sí comprensible, habida cuenta de lo ambicioso del programa y el desmesurado número de asignaturas y horas de clase a las que hay que asistir en los estudios de Traducción e Interpretación en España; lo segundo, como es lógico, tendrá su incidencia en la evaluación que acabe obteniendo cada cual. En cuanto a los géneros que hemos tocado, la sorpresa agradable este año la ha dado el grupo de alemán, donde por fin ha entrado la literatura algo más popular en el repertorio de textos elegidos por los estudiantes: ya era hora. Se trata de la consecuencia lógica de exigir que los textos de trabajo fueran inéditos en castellano: si lo llego a saber, habría introducido este requisito mucho antes.
En fin, ayer recibí un piropo de un estudiante que me dijo que el curso le había encantado, sobre todo las primeras sesiones (lo que ya es alabanza, porque yo, en las sesiones introductorias de cada asignatura, tiendo a casi, casi abusar de un enfoque mayéutico radical que no tiene por qué gustarle a todo el mundo). Esto lo digo, de manera algo impertinente, porque los profesores no solemos ser destinatarios de piropos, mucho menos a la cara y de viva voz (sospecho que tampoco a nuestras espaldas y en voz baja). Pero el mérito de lo que se ha venido haciendo en traducción literaria en nuestra Facultad durante los últimos cinco años, el trabajo autónomo, serio, ilusionado, en ocasiones brillante pero siempre comprometido, es, sobre todo, vuestro, de los estudiantes que habéis llenado las aulas para participar en una asignatura que ahora, pese a vuestro interés, lamentable e inexplicablemente, queda eliminada de los planes de estudios. Por vuestro interés, gracias de corazón.