Todos sabemos que el arte ha tenido y tiene una influencia clara en la sociedad, ¿o no? A lo largo de nuestra exposición vamos a mostraros cómo la arquitectura, la literatura y las artes plásticas han cambiado en Alemania según el momento histórico en el que se encontraran. En particular, incidiremos en los siguientes aspectos:
- El desarrollo histórico de un pueblo y su forma de plasmar los sentimientos populares mediante la literatura.
- Cómo Hitler se sirvió de la propaganda (especialmente de la cartelería) para guiar el comportamiento y la actitud de las masas.
- Las etapas históricas en las que la arquitectura alemana fue reflejo de los ideales de sus gobernantes.
Si queréis descubrir esto y mucho más, ¡os esperamos el miércoles 13 de mayo a las 16:00 horas en el aula 18!
Pablo Aguado Góngora, Estíbaliz Cantero Cabezas y Fátima Gallardo Fuentes, cultura alemana [exposición del 13/05/2015] Nachtrag |
«¡Arquitectos, escultores, pintores, todos debemos volver a los oficios! [...] ¡Creemos un gremio nuevo de artesanos, libre de esa arrogancia clasista que ha erigido un muro infranqueable entre los artesanos y los artistas!» – Walter Gropius, Manifiesto de la Bauhaus, 1919.
Si tuviésemos que destacar un movimiento artístico en la Historia alemana, éste sería la Bauhaus, ya que su intención fue aunar de forma simple, aunque artística, la belleza y la funcionalidad. De esta manera, consiguió realizar notabilísimas construcciones mediante el uso de muy diversos materiales y excluyendo cualquier ornamentación. Conocedor del movimiento Arts & Crafts del polifacético William Morris (escritor, traductor, diseñador y activista inglés), Walter Gropius sentó las bases en torno a las cuales, en 1919, tomaría forma la Staatliches Bauhaus de Weimar, la escuela de arte, arquitectura y diseño que, años después, sería trasladada a Dessau y, de allí, a Berlin (hasta su cierre por los nazis en 1933). Esta escuela tuvo una gran influencia en la arquitectura y el diseño contemporáneos: aunque fue muy criticada al principio, en su época más idealista, con el transcurso de los años y dirigida por personalidades de la talla de Hannes Meyer y Ludwig Mies van der Rohe fue consolidando su importancia y trascendencia (y no sólo en el ámbito de la arquitectura). En la Bauhaus se utilizaban formas simples (como el triángulo, el círculo o el cuadrado), así como colores básicos, para transmitir armonía y serenidad. Querían crear un arte simple aprovechando al máximo las propiedades de los materiales, dando funcionalidad a las construcciones. En este sentido, es significativo el propio nombre de la iniciativa: Bauhaus, compuesto de «Bau», construcción, y «Haus», casa, es decir, Casa de la Construcción. La Bauhaus deseaba modernizar la arquitectura alejándose de los adornos y sin caer en lo típico, y ¿quién mejor para llevar a cabo esta tarea de renovación que sus jóvenes estudiantes? Con sus innovadores proyectos, los jóvenes formados en esta escuela crearían un arte del pueblo y para el pueblo. Sostenían la postura de que el arte y la arquitectura debían responder a las necesidades de la sociedad, y estaban abiertos a las influencias del mundo industrial moderno. Dado que pensaban que un buen diseño debía ser «agradable en lo estético y satisfactorio en lo técnico», en la Bauhaus se impartían clases de artesanía, tipografía y diseño industrial y comercial, además de escultura, pintura y arquitectura. Puesto que el objetivo de la Bauhaus era que el artista entrase en contacto directo con los materiales, el trabajo manual fue uno de los pilares básicos de la escuela, pues se debía impulsar a los alumnos a probar los distintos materiales, conocer sus propiedades, manejarlos y adoptar los que mejor se acomodaran a sus necesidades como artistas. Así, el arte entra en los hogares mediante la creación de productos funcionales y económicos, a la vez que atrayentes para el mercado. Para ello se utilizaron materias primas novedosas y baratas (como, por ejemplo, el acero y el vidrio). Los artistas de la Bauhaus nos legaron grandes ideas y grandes obras y nos enseñaron a contemplar la magnificencia de la simplicidad y a descubrir la belleza en la cotidianeidad. Tenemos que pensar, crear y criticar en igual medida y no sólo limitarnos a aprender un saber transmitido: sin el impulso de Walter Gropius y sus discípulos, quién sabe si se hubiera superado el esteticismo ornamental que prevalecía sobre todo enfoque funcional a principios del siglo XX. Pablo Aguado Góngora, Estíbaliz Cantero Cabezas y Fátima Gallardo Fuentes |
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